jueves, 26 de abril de 2012

La NASA halla una 'mina' de hierro y manganeso en el asteroide gigante Vesta.





La sonda espacial Dawn, de la NASA, ha revelado nuevos detalles acerca de la composición del asteroide gigante Vesta. Concretamente, ha descubierto abundante hierro y manganeso a temperaturas de entre -10 y -100 grados centígrados. Además, la nave ha conseguido nuevas pistas sobre los cambios de temperatura del cuerpo, así como de su estructura interna.
Los datos fueron presentados este jueves en la reunión de la Unión Europea de Geociencias en Viena, un encuentro en el que se pretende ayudar a los científicos a entender mejor los inicios del Sistema Solary los procesos que dominaron su formación.
Las imágenes de Dawn, tomadas a unos 680 kilómetros por encima de la superficie del asteroide, muestran una gran variedad de minerales en la superficie de la roca, muchos de ellos compuestos de hierro y magnesio. Esta composición se encuentra a menudo en las rocas volcánicas de la Tierra. Las imágenes también revelan brechas de rocas fundidas, que se habrían producido durante impactos contra deshechos espaciales.

Bombardeo de rocas espaciales

Uno de los autores de este trabajo, Harald Hiesinger, ha señalado que, "con este hallazgo, se podrá estudiar la variedad de mezclas de rocaque componen la superficie de Vesta en gran detalle".
Por otra parte, en el cráter Tarpeya, cerca del polo sur de Vesta, las imágenes logradas por Dawn revelaron bandas de minerales, que aparecen en las laderas escarpadas del cráter. Las capas más cercanas a la superficie del asteroide evidencian una contaminación de las rocas espaciales que bombardean el asteroide.
Mientras, las capas por debajo preservan la mayor parte de sus características originales. En este sentido, la NASA ha explicado que los "frecuentes deslizamientos de tierra en las laderas de los cráteres han puesto de manifiesto otros minerales patrones ocultos".

jueves, 12 de abril de 2012

La evolución de la Luna.

Bacterias consumen los restos del Titanic.

HALIFAX, CANADÁ (10/ABR/2012).- "En menos de 30 años puede no quedar nada del "Titanic", excepto un montón carámbanos de óxido", advirtió la científica Henrietta Mann, que investiga desde hace cuatro años las bacterias que roen el casco hundido del lujoso transatlántico que naufragó en 1912.

Una expedición científica que llegó en 1991 hasta los restos del naufragio, que se desintegran a unos 3 mil 800 metros en el fondo del Atlántico Norte, reveló formaciones de óxido de apariencia similar a carámbanos o estalagmitas colgando de la enorme nave. Esto suele ocurrir cuando el hierro forjado se oxida bajo el agua.

Mann, bióloga y geóloga de la Universidad de Dalhousie en Halifax, Canadá, obtuvo muestras del Instituto Bedford de Oceanografía y las examinó con un microscopio electrónico. Así descubrió que detrás de esas particulares formaciones de aguas profundas no había un proceso químico, sino bacterias.

La investigadora canadiense identificó decenas de bacterias, entre ellas una nunca vista antes que denominó Halomonas Titanicae, que había estado "comiéndose" el casco de acero, ocupada en transformarlo, átomo por átomo, en "carámbanos de óxido", conocidos como "rusticles", algunas tan altas como los hombres.

Invisibles para el ojo humano, de tan sólo 1.6 micrómetros de longitud, estas bacterias se han multiplicado por miles de millones en los últimos años.

"El 'Titanic' está compuesto por 50 mil toneladas de acero", informó la científica. "Por lo tanto, hay un montón de comida para mis bacterias, sólo el bronce permanece intacto".

Para la científica, la desintegración del "Titanic" significaría una enorme pérdida de patrimonio. Pero al mismo tiempo su hallazgo es esperanzador: "Todos los barcos, las plataformas petroleras y los cargueros que naufragan no se acumularán como basura; eventualmente las bacterias se harán cargo de ellos", comentó.